martes, 30 de septiembre de 2014

La isla mínima

Un thriller español al más puro estilo del clásico Hollywood


A veces no valoramos lo que tenemos más cerca, lo que se hace más cerca. Y eso es lo que pasa con el cine español, al que voy dando oportunidades poco a poco, y que nunca me decepciona. 

Comencé con Alejandro Amenábar, y me maravilló su forma de hacer películas de calidad. Después le di la oportunidad a los productos 'made in' Almodóvar, y me encantó la experiencia. Y entonces, me maravillé con el modo de hacer cine de un principiante que ha acabado por emigrar a Estados Unidos, José Antonio Bayona, y de un veterano periodista que no defrauda, David Trueba. Así, llegue hasta Alberto Rodríguez ('Siete Vírgenes', 'Grupo 7'). 

Ubicada en las marismas del bajo Guadalquivir en unos años convulsos como los 80, 'La isla mínima' se presenta como un thriller policíaco protagonizado por una pareja de detectives que persiguen a un asesino en serie. Hasta ahí, nada nuevo. Todo al más puro estilo del Hollywood clásico, con escenas que nos recuerdan a la reciente y maravillosa 'True Detective'.

Lo destacable de esta "obra maestra" de Alberto Rodríguez es el equilibrio con que se narra la historia, convirtiéndose en un film hipnótico y fascinante, bien dirigido y con una factura visual absorbente. 

Rodríguez consigue atrapar en cada plano la atmósfera desasosegante de un pueblo en el que todo el mundo oculta algo, dejando entrever los pormenores de la vida de ambos protagonistas, que parecen más bien querer salvarse a sí mismos de los fantasmas de sus propias vidas (muy al estilo Rust y Marty). Todo esto unido a unas localizaciones que se convierten en parte crucial para la narración de una historia que no podría existir sin estas. Tanto así, que el propio Alberto Rodríguez (director) confiesa que buscó antes el lugar, y después le vino la inspiración para escribir esta historia. 

Admirables, más que eso diría yo, son las interpretaciones de Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez. Personalmente, me quedo con Gutiérrez, quien supo mantenerme en vilo hasta el final, confundiendo y haciéndome dudar de su personaje hasta el final. En cuanto al 'chico de moda', Jesús Castro, nos muestra a un personaje muy completo y enigmático, pero lo resuelve con una interpretación algo descafeinada para mi gusto. Otro personaje a destacar es el de la madre de las niñas desaparecidas, Nerea Barros, una actriz muy versátil capaz de removernos por dentro que su magistral personaje. Lo borda. 

Si tuviera que poner una nota a esta gran 'joya' del cine español, me decanto por el 9. Casi nada falla, salvo la aparición de Castro y el final, que podría haber dado mucho más de sí. Lo demás es simplemente perfecto. Se trata de una película que hace que el espectador olvide esa alegría asociada a Sevilla y conozca nuestra provincia mucho más allá, en la profundidad de nuestras marismas, tan oscuras como cualquier escenario típico de Hollywood. 

Como leí en 'Jot Down', y en palabras de Ángel L. Fernández, 'La isla mínima' es esa clase de película que debería reconciliarnos a todos con el cine español. 

Olé Alberto Rodríguez. 





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