viernes, 10 de enero de 2014

The New Yorker, o cómo enamorarte del periodismo de nuevo


La moda es muy relativa, pero hay cosas que jamás dejan de gustar al público. La revista, The New Yorker, al parecer es una de ellas y lleva dando grandes muestras de verdadero periodismo desde febrero de 1925, con la publicación de su primera edición. Hoy, es una de las publicaciones más prestigiosas del mundo.

The New Yorker es uno de esos medios de comunicación que sigue creciendo pese al mal momento por el que pasa el mundo de las letras actualmente (en 1989 la tirada apenas superaba los 600.000 ejemplares, en 2011 ya superaba el millón). 

Se trata de una revista ilustre que es capaz de mezclar periodismo de calidad con buenas dosis de ficción, que sobrevive a un tiempo en el que los lectores estadounidenses prefieren las ediciones digitales a los periódicos de edición impresa considerados pasados. Hoy, más de un millón de suscriptores reciben semanalmente en sus correos electrónicos esta revista tan querida por los neoyorquinos. 

La pregunta que muchos se hacen es, ¿cuál es el secreto de The New Yorker? Y tiene una respuesta muy fácil. El periodismo de calidad no parece estar de moda entre  aquellos nuevos comunicadores y es eso, precisamente, lo que ofrece The New Yorker a sus lectores. Eso y las grandes plumas que han pasado por su redacción: Truman Capote, Leonard Cohen, John Cheever, Raymond Carver..., parecen su gran secreto.
Los autores más destacados del mundo de la literatura quieren su hueco en las páginas de esta revista de brillantes narraciones, los temas que cubren sus colaboradores siempre son relevantes e interesantes y sus ilustraciones son simplemente magnéticas para el lector, sobretodo si se trata de sus portadas que son verdaderas obras de arte.  
Las caricaturas son parte de su identidad como revista, y es imposible no reírse con sus viñetas llenas de imaginación y humor. Caricaturas que en múltiples ocasiones se mezclan con pura poesía de grandes artistas que son capaces de sorprender al lector. Una revista que también atrae a los amantes del séptimo arte y el teatro con grandes reseñas. 

Es posible que todas estas razones sean lo que hagan a The New Yorker una de esas grandes esperanzas del mundo del periodismo. Ojalá y nazcan algunas más, mientras otras se desarrollan y parecen brindarnos también un futuro esperanzador para aquellos que amamos este mundo del periodismo. 

Pero el mejor secreto de The New Yorker es que los profesionales que la hacen posible hacen disfrutar a sus lectores, enganchándolos y haciendo que nosotros, los periodistas, creamos que algo mejor es posible. 

                   

                                                       



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